Por conducto de la
supervisión que realiza de la política económica de los países miembros, el FMI
examina sobre todo el conjunto de los resultados económicos, un concepto que
suele conocerse como “resultados macroeconómicos”. Esto incluye el gasto
total (y sus componentes principales como gasto de consumo e inversión
empresarial), producto, empleo e inflación y también la balanza de pagos del
país, es decir, la posición externa representada por las transacciones de un
país con el resto del mundo.
El FMI se centra
principalmente en la política macroeconómica
—a saber, las medidas
de política que tienen que ver con el presupuesto público, la gestión de las
tasas de interés, el dinero y el crédito, y el tipo de cambio— y la política
del sector financiero, que comprende la regulación y supervisión
bancarias y de otras entidades financieras. Además, el FMI presta atención a
las medidas de carácter estructural que influyen en los resultados
macroeconómicos, comprendida la política del mercado laboral que repercute en
el empleo y el comportamiento de los salarios. El FMI asesora a los países
miembros sobre la manera en que pueden mejorarse las medidas aplicadas en estos
sectores para alcanzar de manera más eficaz objetivos tales como un alto nivel
de empleo, baja inflación y un crecimiento económico sostenible , o sea, el
tipo de crecimiento que puede mantenerse sin que conduzca a dificultades como inflación
y problemas de balanza de pagos.
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