Con el crecimiento de países miembros y los cambios habidos en la
economía mundial, el FMI ha tenido que adaptarse de diversas maneras para
continuar cumpliendo eficazmente sus fines.
Los países que ingresaron en el FMI entre 1945 y 1971 convinieron en
determinar el tipo de cambio de sus monedas (que, de hecho, representaba el
valor de la moneda frente al dólar de EE.UU. y, en el caso de Estados Unidos,
el valor del dólar de EE.UU. en relación con el oro) en función de un vínculo
que podía ajustarse únicamente para corregir “un desequilibrio fundamental” de
la balanza de pagos, y si mediaba el asentimiento del FMI. Este régimen
cambiario, que recibió el nombre de “sistema de Bretton Woods” estuvo en vigor
hasta 1971, año en que el Gobierno de Estados Unidos suspendió la
convertibilidad en oro del dólar estadounidense (y de las reservas en dólares que
mantenían otros gobiernos). Desde entonces, los países miembros del FMI pueden
elegir el régimen cambiario que deseen (salvo la vinculación con el oro):
algunos dejan que el tipo de cambio de su moneda flote libremente, otros
vinculan su moneda a otra moneda o a un grupo de monedas, otros han adoptado
como propia la moneda de otro país y otros participan en bloques monetarios.
Al tiempo que se creaba el FMI, se estableció el Banco Internacional de Reconstrucción
y Fomento, más conocido por el nombre de Banco Mundial, con el fin de fomentar
el desarrollo económico a largo plazo, comprendido el financiamiento de
proyectos de infraestructura como la construcción de carreteras y la mejora del
abastecimiento de agua.
El FMI y el Grupo del Banco Mundial —que comprende a la Corporación
Financiera Internacional (CFI) y la Asociación Internacional de Fomento (AIF)—
se complementan. Mientras que el FMI se centra sobre todo en los resultados
macroeconómicos y la política macroeconómica y del sector financiero, el Banco Mundial
se interesa principalmente en los temas relacionados con el desarrollo a largo
plazo y la reducción de la pobreza. Su actividad incluye el financiamiento
concedido a los países en desarrollo y en transición para proyectos de
infraestructura, la reforma de determinados sectores de la economía y las
reformas amplias de índole estructural. En cambio, el FMI no financia un sector
determinado ni proyectos, sino que respalda ampliamente la balanza de pagos y
las reservas internacionales de un país mientras éste toma las medidas de
política necesarias para corregir las dificultades.
En el momento de la creación del FMI y el Banco Mundial se previó también
una organización que estaría encargada de fomentar la liberalización del
comercio mundial, pero no ha sido hasta 1995 que pudo establecerse la
Organización Mundial del Comercio. En el intervalo, las cuestiones relacionadas
con el comercio se trataron en el marco del Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio (GATT).